jueves, 24 de mayo de 2012

La noche en que Coldplay se convirtió en Moisés [20.05.12]

Y el 20M llegó.
Tras aguantar 14 horas de cola en donde con la misma llovía que hacía un sol abrasador, a las 6 de la tarde se abrieron las puertas del estadio Vicente Calderón de Madrid para el que iba a ser un concierto inolvidable.

Tenía la entrada del Golden Circle, que te daba el privilegio de estar en primera fila, más cara obviamente que la de pista general. La visión del concierto en general no me gustó, ya que el escenario estaba demasiado elevado para las primeras filas para mi gusto, por tanto estaba diseñado para que se viera mejor desde lejos que desde cerca. Aun así, volvería a pagar por la primera fila de Coldplay sin pensármelo dos veces.
En la espera, un tímido sol brillaba en el Vicente Calderón oculto de vez en cuando por alguna nube grisácea, mientras el público iba entrando poco a poco, ajenos a lo que iba a pasar. Porque sí, lo peor estaba por llegar.

Rita Ora en Portugal
Rita Ora, una de las protegidas de Jay-Z y clara sucesora de Rihanna (de hecho físicamente es una mezcla entre ella y Gwen Stefani, a mi parecer) fue la encargada de estrenar el escenario. A la segunda canción empezó a llover débilmente y en cuestión de segundos cayó el gran aguacero con su correspondiente granizado. Aquí he de destacar la gran idea que tuvieron los porteros de prohibir entrar al recinto paraguas, obligándonos a tirarlos en contenedores: el 80% del Vicente Calderón les maldijo, un 10% veían refugiados en las gradas bajo techo como la pista y la grada de enfrente se empapaban y el último 10% restante (en el que me incluyo) abrieron los paraguas que lograron colar dentro del estadio, tras haber burlado la seguridad.
Aun así, y demostrando su fuerza en escena y dando la cara cantando bajo esas condiciones, Rita interpretó yendo por la pasarela adentrándose en el público sus grandes temas como R.I.P. (mi favorito de ella), Hot Right Now y How We Do (Party and bullshit) entre otros.

En la primera fila donde yo estaba situada escuché a dos de seguridad hablando que el mánager de Coldplay había dicho que se iba a cancelar el concierto, dadas las circunstancias climatológicas y habiendo visto el parte que vaticinaba lluvia hasta las 11 de la noche. 
En ese momento no sabía dónde meterme, ya que después de la paliza de las 6 horas de viaje nocturno en bus Sevilla-Madrid y llegar por la mañana para luego patear todo Madrid y caer rendida en la cama para levantarse al día siguiente a las 8 de la mañana para hacer 14 horas en la cola del tirón en el Vicente Calderón sólo por verlos y que encima se suspendiera... imaginaos mi shock. 

Fuente: Google
Entonces la lluvia paró de repente, y Marina & the Diamonds, la segunda telonera, se hacía de rogar. Todos los ojos miraban al ennegrecido cielo, deseando que llegase ya para aprovechar la tregua que nos había dado el tiempo y así no tener que cancelarlo.

Con esa angustia se vivió una telonera poco conocida (al igual que Rita Ora) que sin embargo también me sorprendió gratamente. Opuesta totalmente a la primera, Marina salió a escena enfundada en un vestido estilo Lana del Rey de sirena plateada y con las tiras del sujetador color carne asomando por su espalda y por el escote. Pero que la apariencia no os engañe: la chavala tiene un torrente de voz increíble. Al principio se me recordó a Kate Nash en la forma de cantar, pero poco a poco fue cobrando su propia personalidad. Se metió al público en el bolsillo con un par de frases que había escrito su hermana (la cual hablaba, según ella, estupendamente español) dando las gracias a los españoles y expresando su ilusión de tocar en Madrid porque siempre había querido venir a España.

Arrancó con Living Dead, llena de sintetizadores y un rollo eléctrico que acompañaba con su dulce voz. En la misma línea nos deleitó con Mowgli's Road, Bubblegum Bitch, la cual hizo saltar a medio Calderón (cosa que agradecimos porque estábamos calados hasta los huesos de la lluvia) y Hollywood. También tenía cabida para canciones más melancóicas, como su I'm not a robot, Starring role con su cambio de registro que me impactó a mitad de la canción, y Lies. Por último para cerrar, se despidió con su single Primadonna, una canción muy estilo Katy Perry, que le ha llevado a alcanzar los números 1 de las listas británicas.

Entonces llegó la oscuridad. La eterna espera. Los nervios se palpaban en ese estadio. Las pantallas redondas que formaban parte del atrezzo rezaban algo así como "ponte la pulsera, es parte del show". Todas las cabezas miraban a la nube gris que se aproximaba amenazante por el lado derecho del cielo. Ateos, budistas, agnósticos, católicos... todos se encomendaron a su propio Dios para que la lluvia no volviera a atacar. Y entonces, tras una última canción de un rapero de música ambiente (probablemente Jay-Z) se hizo el silencio y se apagaron las luces.

Y, de repente, ocurrió.

(Fuente: Google)
La banda sonora de la película de Regreso al futuro empezó a sonar, círculos de colores aparecieron en las cuatro pantallas redondas y entonces algo en mi mano brilló: las pulseras que nos habían dado al principio, las 'xylobands', habían cobrado vida mientras sonaba la canción instrumental Mylo Xyloto, acompañados por fuegos artificiales. El nudo en el estómago se había asentado para ese entonces, y no me salía otra cosa sino abrir la boca y dejarme embriagar por la emoción.


Pero eran ellos. Jonny Buckland (guitarra), Will Champion (batería), Chris Martin (voz) y Guy Berryman (bajista). De verdad, eran ellos.

Coldplay acababa de pisar el escenario.

Fuente: GORKA LEJARCEGI

Y empalmaron Mylo Xyloto con Hurts like heaven, como hacen siempre en su Myloxylotour, repitiendo la misma fórmula de su anterior gira Viva la vida con el Danubio azul + Life in technicolor + Violet Hill. 

No hizo falta que llegasen al ecuador del concierto para que el ambiente se caldeara: el público vibró desde el primer momento con los británicos. En segundo lugar, un Jonny Buckland punteó el principio de In my place, canción himno de los inicios de la banda.
Confetis con forma de M, X, corazones y mariposas volaban sobre nuestras cabezas, y hacíamos aspamientos para conseguir algún que otro de recuerdo.

El rompedor directo de Major Minus fue la siguiente, tratando el tema de la prensa acosadora y los medios de comunicación que sólo quieren manipular. Le tocó el turno a Lovers in Japan y la nostálgica The Scientist, haciendo las delicias de los seguidores más añejos.

Foto: Cristina Hidalquez
Con una introducción en inglés de Chris Martin que decía algo así como que ahora tocaba el turno de dedicar la canción a las personas que más queremos empezó al piano Yellow y su 'you know I love you so'. 

Para arreglar el momento meloso, un poco de Viva la vida con los riffs de Violet Hill y su letra inconformista y el bestial directo de la nueva versión de God Put A Smile Upon Your Face, donde el señor batería Champion se luce de una manera increíble.

Se trasladan al escenario B (al final de la pasarela) y aparece la sintetizada Princess of China, con la parte de Rihanna apareciendo en forma de video en las pantallas. Up in flames le sigue, bajando el tempo del concierto e introduciéndonos en la melancolía, para finalmente rematarnos y hundirnos en ella con la versión acústica de Warning Sign, canción que han recuperado a los directos de su disco 'A Rush of Blood to the Head'. Para ese entonces yo estaba hecha una magdalena.

Foto: Cristina Hidalquez
A Hopeful Transmission suena mientras les sirve de enlace para llegar al escenario principal. Mejor para mi: les vuelvo a ver en primera fila. Tocan Don't Let It Break Your Heart, que ni siquiera en directo me termina de convencer y al terminar, empiezan a corear el 'ooooh ooooh' del himno que les ha catapultado al podio del pop/rock actual: Viva la vida, mientras 50.000 personas al unísono sentían la intensidad de esta masterpiece.

Cuando pensábamos que iba a decaer el ambiente, llega Charlie Brown, haciéndonos saltar y brillar en la oscuridad, y Paradise, claro sucesor del Viva la vida, por su fórmula violines+parte-fácil-que-puede-ser-coreada.


Tras esta orgía de euforia que se había desatado al haber llegado al clímax del concierto, de repente nos desconciertan al desaparecer y ver por las pantallas que habían llegado al escenario C, el cual no logré descifrar su ubicación hasta que abandoné el recinto. La increíble Us against the world estaba sonando, y me dejé envolver por su maravillosa combinación de letra y melodía. La sorpresa de la noche (para los que no habíamos visto el setlist del pasado concierto en Porto, Portugal) fue la versión acústica de Speed of Sound, de su GRAN disco X&Y del cual no tocan ninguna nunca. Mi emoción fue in crescendo porque tras ella ya fue el punto álgido de los coletazos del final: Clocks, el himno por excelencia de Coldplay para sus fans más veteranos, la intensidad de Fix you y su mensaje optimista de aunque todo te salga mal sé feliz porque la vida sigue y, tras la pieza musical M.M.I.X. instrumental de enlace, puso la guinda de clausura la versión del ritmo de la noche: Every teardrop is a waterfall, acompañada con fuegos artificiales y dejando un sabor dulce en los allí presentes.


El despliegue de luces gracias a las pulseras, las pantallas de colores y los fuegos artificiales hizo que el concierto no dejara indiferente ni al más escéptico.

No me defraudaron: el sonido perfecto, la interactuación con el público perfecto, el setlist idóneo para conducir las emociones PERO hay un enorme fallo, y es la corta duración (1h 30 apx). Dicen que si disfrutas el momento el tiempo se pasa más deprisa, y en esta ocasión a los fans de la banda británica que habían venido desde todos los puntos de España al ser el único concierto nos supo bastante a poco.

Esa fue la noche en la que Coldplay se convirtió en Moisés y controló las aguas. 
Esa fue la noche en la que brillaron más que nunca en una oscuridad que parecía haberse apoderado en la esperanza de 50.000 personas que pensaban que el concierto se suspendería por las pésimas condiciones climáticas. 
Y esa fue la noche en la que Coldplay demostró contra todo pronóstico que todo es posible, porque hasta los imposibles se pueden conseguir.

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