viernes, 3 de febrero de 2012

Crítica de Mylo Xyloto (2011) - Coldplay

Del intimismo acústico al despliegue de colores: Coldplay inaugura una nueva era más cercana al pop y más despegada de sus orígenes 
 
Hay dos tipos de bandas: las que hacen siempre lo mismo y las que aspiran a sufrir cierta evolución. Los británicos Coldplay han sido claramente del segundo tipo, siempre innovando y de ahí que sus cuatro álbumes sean una determinada “era” del grupo, siendo su quinto álbum es una más en dicho camino. Un paso donde la electrónica de perfil suave ha ganado peso, donde los estribillos y los coros buscan cada vez más ser reyes del estadio y donde, guste o no, queda poco de sus comienzos.


La banda ha derrochado creatividad  tanto en el artwork como en lo musical, dándonos una visión colorida del mundo con la alegre ‘Every teardrop is a waterfall’, también llamada cariñosamente ‘Ritmo de la noche’, al haber comprado los derechos de ‘I go to rio’. En dicha pista, un Guy Berryman al bajo aporta una ‘bassline’ que hace que sientas el ritmo en la sangre, provocando que no puedas dejar el pie quieto siguiendo el compás. En las giras veraniegas de 2011 nos ofrecieron un adelanto del disco con la motivante ‘Charlie Brown’, donde podemos observar un espectacular Will Champion demostrando sus cualidades a la percusión, la rompedora ‘Hurts like heaven’ con un evolucionado y nada tímido Jonny Buckland que hace chillar a su guitarra para dejarnos punteos armoniosos, la instrumental que está destinada a ser la sucesora de ‘Life in technicolor I’ por ser la que introduce los conciertos ‘Mylo Xyloto’; la emotiva y una de mis favoritas ‘Us against the world’, la potente “Don’t let it break your heart” que se ha reproducido a nivel de estadio en la celebración de una victoria del Barça (los mismos que utilizaban “Viva la vida” para motivarse antes de salir al terreno de juego) y por último la poco conocida y sobrecargada de sintetizadores ‘Princess of china’, a dueto con Rihanna en la versión estudio.

     Poco después se publicaron los singles ‘Major Minus’, que en directo se crece mucho más que en el álbum y que podría ser claramente una canción descartada en el nuevo álbum de U2 por sus riffs a lo The Edge (guitarrista de U2) y los falsetes de Chris Martin comparables con Bono. ‘Moving to Mars’ mística y etérea, que me decepcionó al saber que no iba a ser incluída, únicamente como b-side del Every Teardrop is a waterfall. Por último, la salida de ‘Paradise’ el 12 de octubre como último single oficial antes de Mylo Xyloto dio lugar a numerosas opiniones, pero a mí me convenció: misma fórmula de violines y coros destinados a ser voceadas en los conciertos. 

      De las más intimistas, “Up with the birds” nos deja la emoción a flor de piel cuando a la mitad de la canción rompe el ritmo y pasa de ser una triste y lacónica melodía de piano con voz a una de las canciones más motivantes que, según mi criterio, están en el disco (y no es la primera vez que hacen esto, sólo hay que mirar “Politik” de su segundo álbum.) La serena “Up in flames” que puede pecar de simple al ser prácticamente un conjunto de batería lenta, un patrón no muy variado de notas en el piano y la voz casi al desnudo, desgarradora, con un toque de bajo y un riff escueto de guitarra casi al finalizar la canción. No podemos olvidar las canciones-enlace, como “M.M.I.X” que sirve de nexo entre “Us against the world” y “Every teardrop is a waterfall”, y “A hopeful transmission” separando “Up in flames y “Don’t let it break your heart”, dos instrumentales en las que par de minutos de sintetizadores enlazan estas pistas. Finalmente, con “U.F.O” podemos encontrar una dulce contradicción: melodía nostálgica pero cargada de positivismo.
   
     Debería mencionar la mezcla tan extraña que hay en el disco. No sé cómo organizarlo, no le veo un orden. Las más atrayentes o pegadizas (o comerciales) son las que usaron para adelantarnos el disco y el resto, para mi regocijo, es una vuelta a Parachutes, su primer gran disco en el que se dieron a conocer como unos Coldplay acústicos, melancólicos… Quizás por eso nos prepararon esos setlist tan mezclados este verano, ese retorno de “Shiver”, de “Life is for living”, de “Everything’s not lost”. Todo es muy drástico en este disco, o blanco o negro. O sintetizadores al máximo o desnudos acústicos.
    
     Otro error que han cometido, a mi juicio, es el de adelantarnos todos los ‘posibles singles en potencia’: las canciones con más peso y más pegadizas. No hay sorpresas en el disco, lo que he escuchado son canciones que no impactan. No ha sido como el X&Y, donde nos sorprendieron al ser la primera vez que innovaron cambiando su registro austero por unas fuertes guitarras y un directo espectacular, o el A Rush Of Blood To The Head, en el que Chris Martin llegaba a lo más profundo acompañando al piano con su voz. Cuando escuché Mylo Xyloto por primera vez, tuve la misma sensación que cuando busco los regalos de reyes los días previos y cuando llega el día señalado no me sorprende nada porque ya sé todo lo que voy a recibir.
    
      En definitiva, me esperaba mucho más. Como se suele decir: nunca llueve a gusto de todos. Con un directo impresionante y un despliegue de luces de todos los colores, estilo retro ochentero con graffitis y pinturas fluorescentes nos llega este álbum, que ha sido muy criticado pero a su vez muy alabado, ya que a toda ciudad que se dirigen agotan entradas a las pocas horas de salir a la venta. Mucho han cambiado desde aquellos jóvenes universitarios del Parachutes de 1999, pero a pesar de ello, esos Coldplay intimistas siguen presentes en cierto modo, pero sepultados entre tanta explosión de color. 


CRONOLOGÍA DE COLDPLAY
¿Con cuál te quedas?

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